Hoy mi abuela cumple un año de fallecida. Hace tres meses no hubiera podido escribir esa línea sin llorar media hora, por lo menos. Así de grande es la influencia que ella tuvo sobre mí.
En vez de dedicarle el tiempo para meditar sobre lo mucho que la extraño, he estado pegada a Twitter para ver si mi madre puede volver sana y salva desde su zona de trabajo hasta su casa.
Porque desde hace dos meses, este país no es el mismo en el que mi abuela nació, creció y falleció.
Ya no tenemos ni el derecho de llorar a nuestros muertos; mucho menos si son estudiantes, opositores con sueños de libertad. Hasta eso nos ha quitado la dictadura.
Es triste que haya madres que no hayan podido llorar a sus hijos ni siquiera a un día de su muerte.
Hoy ya no te lloro, abuela. Te recuerdo con el más profundo cariño de mi corazón.
Hoy no te lloro porque el país requiere mi atención. Tu, con tu infinita bondad, buen humor y paciencia entiendes que es así.
Nos vemos "del lado allá" cuando sea el momento.
No te quiero. Te amo.